










La noción de visualidad se remonta a la primera mitad del siglo XIX, concebida como un recurso para visualizar la historia que hizo parte del proyecto colonial decimonónico, en dónde la visualización del mundo y de otros mundos, por fuera de las geografías hegemónicas, contribuyó a la conformación y gestión específica de imaginarios, un contraste permanente entre lo cercano y familiar, con lo diferente y distante.
La visualidad hace referencia a la manera en que nuestra mirada sobre el mundo se proyecta en las imágenes que construimos, y en sus dispositivos de visualización; es decir, que nos permite establecer un vínculo entre los modos en que una cultura promueve sus valores, creencias y su ordenamiento del mundo a través de sus artefactos visuales.
En este sentido, La fotografía fue fundamental para posicionar unas miradas sobre la realidad, ya que como tecnología visual, opera como un dispositivo de visualización (o invisibilización) de los intereses de las comunidades a pequeña escala, y de la expansión de modelos de visualidad en un contexto de mundialización.